- Si tu conocieses tan bien el tiempo como yo- dijo el Sombrerero-, seguro que no hablarias de matarlo.
- ¿Que quieres decir?
- Naturalmente que no lo entiendes. Y apostaria doble contra sencillo a que nunca has hablado del tiempo a modo razonable.
- Quizas tenga razon. Solo se que tengo que marcar el tiempo cuando doy clase de solfeo.
- Esa es la causa. El tiempo no gusta recibir palmadas. ¡Oh, si consiguieses conquistar la amistas del tiempo, entonces tu relos te obedeceria docilmente en todo aquello que a ti te diese la gana. Por ejemplo: imaginate que son las nueve de la mañana, precisamente la hora en que da comienzo la clase. Un par de palabritas al odio tan solo, las agujas empiezan a girar como una exhalacion y ¡zas!, la una y media. ¡A come , niñas, que es la hora!
Alicia en el pais de las maravillas.
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