Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego

sábado, 28 de mayo de 2011

La llovizna paso a ser tormenta y yo seguía ahí en el banco. La gente pasaba corriendo debajo de camperas o paraguas. Todos sin excepción me miraban. En general en Buenos Aires sos invisible, pero esta vez me miraban. Supongo que se me notaba el odio y la decepción en los ojos. Le pedí a Dios que apareciera Salvador. Dios ni pelota.
Chubasco

No hay comentarios: