Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego

domingo, 5 de septiembre de 2010

Por eso cuando me enamore de este chico me enamore tanto: eramos de las misma especie, cosa que no me pasaba con el resto de la humanidad. Era uno en cuarenta y nueve y pico de millones de argentinos. Eramos dos en el mundo. Hasta que lo conocí, me sentía vacía. Supongo que nos pasa a a todas al final de la adolescencia, somos pocas las que podemos dejar de sentirnos miserables. Tenemos que tomar tantas decisiones en tan poco tiempo que nos abruma. Yo creo que es ridículo que uno a los diecisiete años decida los que va a hacer el resto de su vida. Ahora tengo veinte y todavía no tengo vocación, se que me gusta sacar fotos de fragmentos de cosas pero no mas que eso. Y después empece ese curso de religión pero solamente para complacer a mis viejos. Me sentía vacía, extrajera en el mundo, la mitad de un rompecabezas de dos piezas, incompleta.
Chubasco.

No hay comentarios: