Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego

viernes, 22 de mayo de 2009

Reir es arriesgarse a parecer tonto.


Llorar es arriesgarse a parecer sentimental.


Buscar a alguien es correr el riesgo de involucrarse.


Expresar los propios sentimientos es arriesgarse
a ser rechazado.


Mostrar tus sueños a la gente es arriesgarse al ridículo.


Amar, al fin, es arriesgarse a no ser amado a su vez.


Ir hacia adelante contra la suerte
es arriesgarse a fallar.


Pero debe correrse ese riesgo,


porque el más grande de los peligros en la vida es
el no arriesgar nunca nada.


La persona que no arriesga nada, no hace
nada, no tiene nada, es nada.


Puede evitar el sufrimiento y el dolor, pero no puede
aprender, sentir, cambiar, crecer...ni amar.

Encadenado por su seguridad y su certeza, es un esclavo,


ha pecado contra su libertad.


Porque solo aquel que toma riesgos es realmente libre.

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