Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego

lunes, 20 de abril de 2009

Yo era un depredador; ella, mi presa. No existía en el mundo otra verdad que no fuera ésta.

Para mí ya no había una habitación llena de testigos, porque en mi fuero interno los acababa de convertir a todos ellos en daños colaterales. El misterio de sus pensamientos quedó olvidado. Los pensamientos de Bella no me importaban nada porque no iba a poder pensar por mucho más tiempo.

Yo era un vampiro y ella tenía la sangre más dulce que había olido en ochenta años.

No concebía la existencia de un aroma como ése. Habría empezado a buscarlo desde mucho tiempo antes si hubiera sabido que existía. Hubiera peinado el planeta para encontrarlo.

Podía imaginar el sabor…

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